martes, 24 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
NUESTRA HALLACA
Autor: Gragorio
Salazar
A Faustina
Ahora que
vamos de nuevo gozosos a tu sagrado encuentro, en estos días que tu presencia
la casa transfigura, toda la extensión de tu blanda sabrosura acostada
majestuosa sobre tu lecho de hojas verdes, me parece que es tiempo, cara
hallaca, te digamos cuanto en esta tierra te adoramos, cuanto en ti nos
solazamos, cuanta alegría entre nosotros viertes.
No
quisiera dedicarme tan temprano a darte explicaciones de lo escrito, pero debo
detenerme un momentito para dejarte aclarado que eres cara, no tanto porque
estén por las nubes, que lo están, tus ingredientes, sino porque te ama de
verdad toda esta gente.
No tiene
precio que tu aroma, el dulce olor de tu sazón divina se esparza suavemente por
la sala, dejándonos saber que en la cocina una olla venerable borbotea, bulle,
humea, anuncia el nacimiento de tu guiso que, como Dios, es uno y trino porque
está hecho de res, de gallina y de cochino.
Déjame
decirte, aquí en confianza, que a veces en la alta intimidad yo me pregunto si
hay mayor distinción que la consulta, hecha por la mano que dirige, si está
bien de papelón o aún le falta. Y que con irrebatible autoridad, por ciencia,
sapiencia y por paciencia (porque así de serio es el asunto) uno ofrezca seguro
la resulta: “el dulce del guiso está en su punto”.
Humildemente
te decimos, bendito sea ese tu vientre, hallaca, de masa amarilla, tenue y
tierna que encierra tan fragante colorido, el que dan la pasa, el pimiento
morrón y el encurtido. Cómo brilla en tu seno la aceituna, verdor de tierra tan
lejana. La hermosa oliva latina y aramea, nacida iraní, siria y palestina y gracias
a ti también venezolana. Y qué decir de la alcaparra, más oscura en sus
pliegues verdes, pasa de sal mediterránea, que jamás tendrá en tu hechura
ninguna joya sucedánea. Si a todo lo anterior uno le agrega, además
del guiso, una mecha de gallina y una tirita de tocino, nuestra hallaca llegará
triunfante a su destino.
Tal es mi
admiración por ti y por quienes realizan tan prodigiosamente tu receta, que de
haber nacido en algún confín remoto del planeta, carta de nacionalidad yo
pediría sólo por pertenecer al pueblo donde tuvo lugar la epifanía de un pastel
navideño tan gustoso, que encierra arte, magia y un ritual de amor
tan laborioso. Un pueblo así, hallaca hermosa, debería ser capaz de grandes
cosas.
Eso
queremos, eso deseamos, y no quiero defraudarte en esta hora, pero hace tiempo
que no nos encontramos, divididos como estamos en mitades. No hay
diálogo, no hay unión, vivimos todos con el alma en vilo y no separan las cosas
más sencillas. Es, te explico, mira qué pena, como si a la hora de la cena, unos
creyeran que le tocas toda, y a otros tan sólo las hojas, el pabilo y las
semillas.
Por todo
eso, hallaca, te invocamos porque tal vez puedas ayudar en el milagro de tener
un resultado no tan magro cuando se trata de avanzar todos unidos. Frente a ti no
se puede estar sino en paz, serenamente en paz como en un templo, y quizás en
ese instante, digamos Nochebuena, por ejemplo, hagamos profesión de hallarla
permanente, cotidiana y plena.
Que esta
vez, como otros años, maravilles a los chamos, arrobes a los chicos, los
pintones y los medianos y a través del paladar inicien los mayores un viaje
hacia sus recuerdos de días más lozanos.
Pasará el
tiempo, mucho tiempo, y llegará el día en que de todos quienes hoy te
saboreamos seamos, si acaso, un punto remoto en la memoria. Tú en cambio
volverás cada diciembre a alegrar la vida de esta gente, que sabrá el
inventario de esta historia. Lo habrá y entonces ya ojalá el saldo sea que, con
nuestras diferencias, supimos tolerarnos y vivimos para siempre como hermanos.
¿Qué más decirte puedo?
Nada más. Sólo he querido agradecerte con denuedo que otra vez estés con nos en
estas pascuas? Bueno, y desear de corazón que en ninguna mesa de mi tierra
falte quien, como tú, tantísimo sabor a gloria encierra.
(Tomado del diario Tal Cual, edición
del sábado 14 de diciembre de 2013)
miércoles, 18 de diciembre de 2013
HALLACA, CULTURA Y RESPETO A LA VIDA
La hallaca
es la reina de la mesa navideña venezolana, más allá de ser una comida, es un símbolo del gentilicio arraigado en la
memoria colectiva del pueblo que se identifica en su aroma y sabor, es la raíz
común que penetra el mundo afectivo de la familia reunida para su elaboración,
es la excusa para el reencuentro, para la unión familiar. Es, en sí, un evento
simbólico y social en el que los nuevos miembros de la familia pueden llegar a conocer
la escala de valores de los recién adquiridos parientes, sus preferencias y aversiones, sus
marcas del pasado, las expectativas a futuro y hasta el propio nivel de
aceptación como pariente, al ser invitado o no,
a la práctica comunitaria que
representa su elaboración y la
consecuente develación de rituales familiares propios de la intimidad del hogar.
La hallaca no sólo cuenta la historia nacional,
sino que transparenta los matices de la conformación regional y los distintivos
de la estirpe familiar. De generación en generación y a través de la oralidad, el secreto del suculento guiso con sus adornos, guardado en el interior de su piel tersa y
firme, espléndidamente perfumada por las
hojas del platanero, va pasando la
pasión que impregna los aires navideños en el
humilde lar del campesino y la desafiante urbe capital.
Son muchos
los ingredientes y procedimientos implícitos en su elaboración, es evidente su
complejidad técnica y nutricional, y
notorio su protagonismo socio-cultural, pues en torno a ella se
tejen infinidad de mitos y leyendas, se crean y recrean historias, surgen
canciones, poemas y cuentos infantiles, se aventuran chistes y desde sus multisápidas notas al paladar, florecen metáforas
que la ennoblecen en la idiosincrasia nacional.
martes, 17 de diciembre de 2013
martes, 10 de diciembre de 2013
30 HALLACAS VENEZOLANAS (AL ESTILO REGIÓN ORIENTAL)
30
HALLACAS VENEZOLANAS (AL ESTILO REGIÓN ORIENTAL)
INGREDIENTES
PARA EL GUISO
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1 kilo de pulpa de res
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1 kilo de pernil de cerdo
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1 kilo de pechuga de gallina o pollo
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1/2 kilo de tocino
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2 cabeza de ajo
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1/2 de kilo de cebolla
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1 paquete de cebollín
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4 pimentones (rojos y verdes)
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4 cdas. de alcaparras
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1 taza de aceitunas
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4cdas. de pasas
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Caldo concentrado de gallina
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Sal, pimienta u otras especies al
gusto
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1/2 botella de vino dulce
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Aceite suficiente para el sofrito
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INGREDIENTES PARA
LA MASA
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1 ½ K
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Harina de maíz
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10 Cdas
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Aceite vegetal con onoto
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4 Cdas
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Mostaza
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2 ½ L
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Caldo de gallina
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Sal al gusto
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INGREDIENTES
PARA EL ADORNO
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Finos aros de cebolla
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Delgadas tiras de pimentón
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Aceitunas
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Alcaparras
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Zanahorias salcochadas rebanadas
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Pasas
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Papas salcochadas rebanadas
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Huevos sancochados rebanados
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Encurtidos
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Preparando el Guiso:
Después de limpiar o lavar los tres tipos de carne y el tocino,
corte en pequeños dados.
Seguidamente lave y corte finamente el cebollín, los ajos, el pimentón y la cebolla para sofreír en la cantidad de aceite apropiada. Cuando estén bien sofritos, agregue las carnes y el tocino revolviendo para que no se pegue, posteriormente agregue las alcaparras, aceitunas, pasas, el vino, especies y sal al gusto. Deje cocinar unos minutos y agregue el caldo de gallina concentrado y deje hervir hasta que esté completamente cocido.
Seguidamente lave y corte finamente el cebollín, los ajos, el pimentón y la cebolla para sofreír en la cantidad de aceite apropiada. Cuando estén bien sofritos, agregue las carnes y el tocino revolviendo para que no se pegue, posteriormente agregue las alcaparras, aceitunas, pasas, el vino, especies y sal al gusto. Deje cocinar unos minutos y agregue el caldo de gallina concentrado y deje hervir hasta que esté completamente cocido.
Preparando la Masa:
Prepare el color onoto en aceite
hirviendo unos minutos revolviendo constantemente.
Coloque la harina de maíz
en un recipiente con la amplitud y profundidad suficiente para amasar cómodamente,
poco a poco vierta el caldo concentrado de gallina, amase hasta unir toda la
harina y el caldo en una masa suave y sin grumos, agregue las 4 cucharadas de mostaza
y continúe amasando, incorpore a la masa el aceite con color onoto y sal según
el gusto.
Ahora forme las 30 pelotas
de masa que servirán de base para la hallaca.
Preparando las Hojas:
Lave concienzudamente,
limpie y seque las hojas tratando de no partirlas accidentalmente, con una
tijera de cocina corte 60 cuadros de 40 centímetros de largo y ancho. Reserve
los sobrantes angostos para posibles remiendos al partirse una hoja.
Haciendo las hallacas:
Coloque sobre la hoja una pequeña
cantidad de aceite y extiéndala por toda la hoja, a continuación ponga la
pelota de masa en el centro y con las manos untadas de agua y aceite comience a
extenderla hasta que quede una capa tan delgada como le sea posible. Seguidamente,
levantando la hoja hacia el centro, vaya cerrando la hallaca, cundo esté
completamente cerrada, levante los 4 sobrantes de la hoja y envuelva sobre sí
misma, colóque sobre otra hoja y envuelva nuevamente. Ahora amarre con el
pabilo dándole dos o tres vueltas a lo ancho y otras dos a lo largo en forma de
paquete.
En una olla profunda y
ancha eche agua con sal y ponga a calentar, al hervir coloque las hallacas,
tápelas, deje que vuelvan a hervir, espere una media hora.
Retírelas de la olla y colóqueles en un recipiente que permita escurrir. Si desea guardarlas en el refrigerador, asegúrese de que se hayan enfriado completamente.
Retírelas de la olla y colóqueles en un recipiente que permita escurrir. Si desea guardarlas en el refrigerador, asegúrese de que se hayan enfriado completamente.
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